La asignatura Fundamentos de Historia Universal pretende: 1. Explicar el desarrollo de cada uno de los modos de producción en la Historia Universal a partir del surgimiento del Estado, señalando sus características esenciales y las fases que presentan. 2. Establecer el desarrollo de las “formaciones periféricas” en función de los requerimientos de las “economías centrales” desde las etapas mas tempranas del modo de producción capitalista hasta la fase del Imperialismo.
sábado, 17 de marzo de 2012
miércoles, 14 de marzo de 2012
Revoluciones Burguesas en Europa
Capitalismo
Leer "Historia del Capitalismo" en: http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_capitalismo
Capitalismo
Ha habido numerosas objeciones al uso del concepto debido a su ambigüedad o a sus connotaciones políticas e ideológicas. Algunos historiadores lo rechazan, por considerar innecesario o equívoco el uso de un término que subraya similitudes, incluso remotas, y que esconde diferencias y especificidades esenciales desde un punto de vista histórico. Entre los partidarios de su utilidad, quizás La principal diferencia se encuentra entre quienes, siguiendo la periodización clásica (y la línea posterior de F. Braudel), sitúan los orígenes del capitalismo en la Edad Moderna, destacando así los rasgos dinámicos y orientados al futuro de la economía y sociedad preindustrisles, y quienes proponen una definición y un arco cronológico más circunscritos, al considerar que un sistema caracterizado por requerir importantes inversiones de capital fijo y el desmantela miento de las trabas al mercado propias del Antiguo Régimen tiene sus orígenes en la revolución industrial y las revoluciones Liberales.
Capitalismo
Sistema económico originado en Europa occidental hacia la época de la industrialización en el que se alcanza un alto grado de actividad productiva, caracterizado por la inversión masiva de capital poseído privadamente (en especial de capital fijo: maquinaria, etc.) y el trabajo de una mano de obra asalariada; una economía de mercado con un sistema de precios que permite un racionalismo económico; un sistema político que protege la propiedad privada y que interviene limitadamente en la actividad económica.
Para épocas anteriores a la revolución industrial se suele utilizar la expresión «capitalismo mercantil», que designa un sistema en el que las inversiones, principalmente de capital circulante, se efectúan sobre todo en el sector comercial y en el que la formación de capital es muy lenta.
El concepto de capitalismo ha sido objeto de intensos debates y existen importantes discrepancias sobre su significado, orígenes y evolución histórica. Algunos autores consideran que el capitalismo ha existido siempre, por identificarlo con una tendencia a la ganancia inherente al comportamiento humano, o con cualquier tipo de práctica económica que se base en la inversión de riqueza para producir más riqueza, independientemente del periodo histórico y del lugar geográfico. Pero incluso entendido en sentido más Limitado, el debate sobre sus orígenes, que se han situado en la Antigüedad clásica, en el desarrollo urbano y comercial del siglo XII, en el siglo XVI, o en la revolución industrial muestra divergencias en torno al significado del concepto, que se acrecientan en las reconstrucciones históricas concretas.
El término, muy posterior a capital y capitalista, de los que deriva, comenzó a utilizarse a mediados del siglo XIX para indicar, a menudo con un sentido de crítica social, el sistema contemporáneo de producción económica. Aun cuando se consolidó como concepto historiográfico y sociológico a principios del siglo xx con las obras de W. Sombart y M. Weber, la conceptualización previa de K. Marx tuvo gran influencia en el uso académico.
Para Marx, que no utilizó el término, sino expresiones como modo de producción capitatisia o acumulación capitalista, el capitalismo se caracteriza por la producción mecanizada, la propiedad privada de los medios de producción y la creación de una plusvalía (generada por los trabajadores, pero de la que se apropian los propietarios de los medios de producción); su formación se encuentra en La gradual separación de los trabajadores de la propiedad de los medios de producción, iniciada en el siglo XVI y culminada con la generalización del trabajo de fábrica.
En el vocabulario socialista posterior, capitalismo fue tanto un término peyorativo usado para designar un sistema que había que derribar y sustituir, como un concepto utilizado para la periodización del desarrollo histórico. Las principales interpretaciones teóricas no marxistas fueron elaboradas en las primeras décadas del siglo XX. La obra de Sombart fue fundamental en introducir en medios académicos la noción de capitalismo en cuanto sistema económico. Concebida como una extensión de las ideas de Marx, presenta un análisis muy distinto, idealista y no materialista: es el espíritu capitalista, un conjunto de valores compendiados en un racionalismo económico dirigido a la ganancia, el que produce las transformaciones económicas del mundo moderno.
Sombart distingue entre el nacimiento del capitalismo (siglos XVI-XVIII) y el capitalismo maduro posterior (una periodización que tendría gran influencia), y ofrece una visión sombría de la industrialización y del espíritu burgués: el capitalismo hace del dinero el valor supremo y reduce todo incluidos los seres humanos al estatus de medios de producción. La concepción de Weber del espíritu capitalista fue aún más influyente y debatida, especialmente por identificar en la influencia de la ética calvinista el carácter racional que tiende a prevalecer en la vida económica desde el siglo XVI y que es el componente esencial del capitalismo. Desde un punto de vista más económico, destaca la interpretación de J. Schumpeter, que define el capitalismo como un sistema de mercado racional y dinámico basado en el empresario, a quien se debe la innovación: la introducción de nuevos procedimientos que permiten un incremento de la productividad y, en conjunto, el desarrollo económico.
Ha habido numerosas objeciones al uso del concepto debido a su ambigüedad o a sus connotaciones políticas e ideológicas. Algunos historiadores lo rechazan, por considerar innecesario o equívoco el uso de un término que subraya similitudes, incluso remotas, y que esconde diferencias y especificidades esenciales desde un punto de vista histórico. Entre los partidarios de su utilidad, quizás La principal diferencia se encuentra entre quienes, siguiendo la periodización clásica (y la línea posterior de F. Braudel), sitúan los orígenes del capitalismo en la Edad Moderna, destacando así los rasgos dinámicos y orientados al futuro de la economía y sociedad preindustrisles, y quienes proponen una definición y un arco cronológico más circunscritos, al considerar que un sistema caracterizado por requerir importantes inversiones de capital fijo y el desmantela miento de las trabas al mercado propias del Antiguo Régimen tiene sus orígenes en la revolución industrial y las revoluciones Liberales.
Por otra parte, la evolución del capitalismo posterior a la Primera Guerra Mundial (mayor intervencionismo estatal, economías mixtas, nuevas formas de gestión, internacionalización de la economía, etc.) ha Llevado a introducir importantes matices y diferenciaciones en una conceptualización que parte principalmente de las características del siglo XIX europeo.
El Renacimiento Italiano
El período histórico que sucede a la Edad Media en Europa es conocido como el Renacimiento, comprende todo el siglo XVI aunque sus precedentes se encuentran en los siglos XIV y XV y sus influencias se dejan notar en el XVII. Se inició en Italia y se extendió por toda Europa favorecido por el invento de la imprenta.
El renacimiento no es reflejo de un renacer de toda la sociedad en todos sus aspectos, sino que, por el contrario, es un hecho cultural de gran magnitud, cuyos efectos actúan cada vez con mayor fuerza, con repercusiones cada vez más amplias, pero en forma gradual, y a medida que avanza el tiempo.
El verdadero sentido del término “Renacimiento” se encuentra únicamente en el terreno de la cultura : es un hecho de cultura, una concepción de la vida y de la realidad, que actúa en las artes, en las letras, en las ciencias, y en las costumbres, sin que a este florecimiento cultural le corresponda ningún momento feliz ni en política ni en economía. A la par que en todas las cortes italianas la pintura, la escultura y la arquitectura alcanzan su máximo esplendor, al mismo tiempo que la producción literaria se hace casa vez más refinada y se formulan ideales educadores de singular altura, la economía ciudadana sufre grandes sacudidas, el desarrollo industrial queda estancado, la libertad comunal desaparece y la iglesia, como es de costumbre, se corrompe cada vez más.
En otras palabras si se quiere hablar de renacer, de despertar, de vida nueva y precisamente de Italia, donde el fenómeno nació y se desarrolló de manera más vistosa hay que hacerlo ÚNICAMENTE en el terreno cultural : esta renovación positiva parece actuar solo en este sentido , sin correspondencia con otros planos en los que existen cambios y a veces muy profundos, pero no todos, o al menos en aquel momento, positivos.
De hecho el mundo que se refleja en las grandes obras o en las grandes figuras del primer Renacimiento es un mundo más trágico que alegre, mas duro y cruel que pacífico, más enigmático que esclarecedor. Leonardo Da Vinci (tan mencionado y controversial este último tiempo con la obra de Dan Brown) está obsesionado con visiones catastróficas y fija en sus dibujos y descripciones un universo que muere. Alberti nos habla de la ciega fortuna que ataca y aniquila la virtud de los hombres y de las familias. Nicolás Maquiavelo es el teórico de una humanidad radicalmente mala, empeñada en una lucha sin piedad y enfrentada siempre a soluciones crueles. Savonarola y Miguel Ángel están llenos ambos, si bien de una forma distinta, de un sentido trágico de la vida y de la Historia, y es que la vida y la Historia del siglo XV eran verdaderamente trágicas, en una Italia devastada por las continuas guerras, ensangrentada por conjuras (conspiraciones), por principies que asesinaban o eran asesinados, con tenebrosísimas figuras como pontífices Papas, se debilitaba el comercio y se agotaban las fuentes de riquezas.. todo mal.
La grandeza trágica de Miguel Ángel y el desencantado realismo de Maquiavelo constituyen, más que la gracia mórbida de Rafael o el refinamiento de Catiglione, la expresión emblemática de una civilización que buscaba refugio en el mundo de los cuadros de Botticelli o de los versos de Poloziano, y olvido en la irónica nostalgia de la poesía épica; de un mundo que quería aprovechar la juventud, la alegría por medio de estas vías de escape; porque el espíritu humano, siempre cuando se siente oprimido necesita de una salida por la cual escapar ¹. (1) Alejandro Tapia. Clase 19 de Junio 2006 de Historia Medieval
EL humanismo del siglo XIV trajo consigo el deseo de hacer revivir la mentalidad clásica. Petrarca, escribiendo cartas a Homero, quería asemejársele en lo posible; Cola Di Rienzo admirando a Bruto y César, creía ser más romano que los próceres que le observaban desde las siete colinas. Pero Rienzo y Petrarca eran menos griegos y menos romanos precisamente porque querían romanizarse o helenizarse.
Este sentido arqueológico de la vida, esta erudición del Renacimiento, no tenía nada de clásico. Como diría Goethe: “los antiguos eran modernos cuando vivían”. Sin embargo el espíritu humano a veces hace sus mayores progresos por los más extraviados caminos. Para conocer a aquellos griegos y romanos, admirables capitanes, estadistas y poetas, hacía falta desenterrar mármoles y descifrar manuscritos, aprender lenguas muertas, estudiar, investigar y comparar. Y he aquí el verdadero renacimiento: no de lo que renació, sino de las facultades puestas en juego para hacer renacer, que se avivaron con aquél esfuerzo de la mente.
Por lo pronto hubo que aprender el griego que muy pocos manejaban en el Occidente Latino en tiempos de Rienzo y Petrarca. El primer maestro de griego que hubo en Italia fue un calabrés llamado Leoncio Pilato, que había residido algún tiempo en Constantinopla, quien hizo para Petrarca y Boccaccio una deplorable traducción de Homero en prosa latina.
Mucho más culto era Manuel Chrysoloras, de Bizancio, a quien los florentinos hubieron de llamar para que enseñara griego en su Universidad. Uno de sus discípulos Leonardo Bruni intentó traducir incluso fragmentos de Platón, Aristóteles, Demóstenes y Plutarco. Desde entonces Florencia se puso a la cabeza del movimiento de restauración de los estudios griegos. A mediados del siglo XV se enseñaba el griego en Papua y Venecia, pero tan solo en Florencia se estudiaba el griego como el camino de la salvación, como el camino de una esplendorosa nueva era, como la única manera de conseguir una vida civilizada.
Simultáneamente se hacían esfuerzos por depurar el latín y devolverle la claridad y belleza de los modelos clásicos .
El renacimiento no es reflejo de un renacer de toda la sociedad en todos sus aspectos, sino que, por el contrario, es un hecho cultural de gran magnitud, cuyos efectos actúan cada vez con mayor fuerza, con repercusiones cada vez más amplias, pero en forma gradual, y a medida que avanza el tiempo.
El verdadero sentido del término “Renacimiento” se encuentra únicamente en el terreno de la cultura : es un hecho de cultura, una concepción de la vida y de la realidad, que actúa en las artes, en las letras, en las ciencias, y en las costumbres, sin que a este florecimiento cultural le corresponda ningún momento feliz ni en política ni en economía. A la par que en todas las cortes italianas la pintura, la escultura y la arquitectura alcanzan su máximo esplendor, al mismo tiempo que la producción literaria se hace casa vez más refinada y se formulan ideales educadores de singular altura, la economía ciudadana sufre grandes sacudidas, el desarrollo industrial queda estancado, la libertad comunal desaparece y la iglesia, como es de costumbre, se corrompe cada vez más.
En otras palabras si se quiere hablar de renacer, de despertar, de vida nueva y precisamente de Italia, donde el fenómeno nació y se desarrolló de manera más vistosa hay que hacerlo ÚNICAMENTE en el terreno cultural : esta renovación positiva parece actuar solo en este sentido , sin correspondencia con otros planos en los que existen cambios y a veces muy profundos, pero no todos, o al menos en aquel momento, positivos.
De hecho el mundo que se refleja en las grandes obras o en las grandes figuras del primer Renacimiento es un mundo más trágico que alegre, mas duro y cruel que pacífico, más enigmático que esclarecedor. Leonardo Da Vinci (tan mencionado y controversial este último tiempo con la obra de Dan Brown) está obsesionado con visiones catastróficas y fija en sus dibujos y descripciones un universo que muere. Alberti nos habla de la ciega fortuna que ataca y aniquila la virtud de los hombres y de las familias. Nicolás Maquiavelo es el teórico de una humanidad radicalmente mala, empeñada en una lucha sin piedad y enfrentada siempre a soluciones crueles. Savonarola y Miguel Ángel están llenos ambos, si bien de una forma distinta, de un sentido trágico de la vida y de la Historia, y es que la vida y la Historia del siglo XV eran verdaderamente trágicas, en una Italia devastada por las continuas guerras, ensangrentada por conjuras (conspiraciones), por principies que asesinaban o eran asesinados, con tenebrosísimas figuras como pontífices Papas, se debilitaba el comercio y se agotaban las fuentes de riquezas.. todo mal.
La grandeza trágica de Miguel Ángel y el desencantado realismo de Maquiavelo constituyen, más que la gracia mórbida de Rafael o el refinamiento de Catiglione, la expresión emblemática de una civilización que buscaba refugio en el mundo de los cuadros de Botticelli o de los versos de Poloziano, y olvido en la irónica nostalgia de la poesía épica; de un mundo que quería aprovechar la juventud, la alegría por medio de estas vías de escape; porque el espíritu humano, siempre cuando se siente oprimido necesita de una salida por la cual escapar ¹. (1) Alejandro Tapia. Clase 19 de Junio 2006 de Historia Medieval
EL humanismo del siglo XIV trajo consigo el deseo de hacer revivir la mentalidad clásica. Petrarca, escribiendo cartas a Homero, quería asemejársele en lo posible; Cola Di Rienzo admirando a Bruto y César, creía ser más romano que los próceres que le observaban desde las siete colinas. Pero Rienzo y Petrarca eran menos griegos y menos romanos precisamente porque querían romanizarse o helenizarse.
Este sentido arqueológico de la vida, esta erudición del Renacimiento, no tenía nada de clásico. Como diría Goethe: “los antiguos eran modernos cuando vivían”. Sin embargo el espíritu humano a veces hace sus mayores progresos por los más extraviados caminos. Para conocer a aquellos griegos y romanos, admirables capitanes, estadistas y poetas, hacía falta desenterrar mármoles y descifrar manuscritos, aprender lenguas muertas, estudiar, investigar y comparar. Y he aquí el verdadero renacimiento: no de lo que renació, sino de las facultades puestas en juego para hacer renacer, que se avivaron con aquél esfuerzo de la mente.
Por lo pronto hubo que aprender el griego que muy pocos manejaban en el Occidente Latino en tiempos de Rienzo y Petrarca. El primer maestro de griego que hubo en Italia fue un calabrés llamado Leoncio Pilato, que había residido algún tiempo en Constantinopla, quien hizo para Petrarca y Boccaccio una deplorable traducción de Homero en prosa latina.
Mucho más culto era Manuel Chrysoloras, de Bizancio, a quien los florentinos hubieron de llamar para que enseñara griego en su Universidad. Uno de sus discípulos Leonardo Bruni intentó traducir incluso fragmentos de Platón, Aristóteles, Demóstenes y Plutarco. Desde entonces Florencia se puso a la cabeza del movimiento de restauración de los estudios griegos. A mediados del siglo XV se enseñaba el griego en Papua y Venecia, pero tan solo en Florencia se estudiaba el griego como el camino de la salvación, como el camino de una esplendorosa nueva era, como la única manera de conseguir una vida civilizada.
Simultáneamente se hacían esfuerzos por depurar el latín y devolverle la claridad y belleza de los modelos clásicos .
El renacimiento y las clases sociales
Como movimiento cultural, el renacimiento italiano afectó sólo a una pequeña porción de la población. El norte de Italia era la región más urbanizada de Europa, pero tres cuartos de los habitantes eran campesinos. Para este sector de la población la vida se había mantenido sin cambios en relación a la Edad Media. El feudalismo clásico nunca había sido importante allí, con los campesinos mayormente trabajando en granjas privadas o como minifundistas. Algunos estudiosos ven una tendencia a la refeudalización en el renacimiento tardío cuando las élites urbanas se convierten en aristócratas de la tierra.
En las ciudades la situación era bastante distinta. Estaban dominadas por una élite comercial, que era tan excluyente como la aristocracia de cualquier reino medieval.Fue este grupo el que lideró la atención en la cultura renacentista. Bajo ellos había una gran clase de artesanos y miembros de gremios que vivían vidas confortables y tenían un poder significativo en los gobiernos republicanos.Esto estaba en agudo contraste con el resto de Europa donde los artesanos no superaban las clases bajas.
Educados y cultos, los artesanos italianos participaban en la cultura renacentista. La mayor porción de la población urbana eran los pobres constituidos mayormente por trabajadores medianamente calificados y por desempleados. Igual que con los campesinos, el renacimiento tuvo en ellos poco efecto. Los historiadores debaten cuán fácilmente podrían escalar socialmente los pobres durante el renacimiento italiano. Pueden hallarse ejemplos de individuos que surgieron de orígenes humildes, pero Burke hace notar que los dos principales estudios en esta área demostraron que el renacimiento no contribuyó a la movilidad social. La mayoría de los investigadores piensan que en las primeras etapas del renacimiento la movilidad fue bastante alta, pero se fue perdiendo en el transcurso del siglo XV. La inequidad social era significativa. Una persona de la clase alta tenía ingresos cientos de veces mayores a los de un sirviente o un trabajador. También se considera que -en algunos aspectos- esta desigualdad favoreció el desarrollo propio del renacimiento, debido a que la gran riqueza de algunos permitió el desarrollo del mecenazgo.
El renacimiento, en fin, no fue un periodo de grandes cambios sociales o económicos, sino de desarrollo cultural e ideológico. Alcanzó sólo a una pequeña fracción de la población, e incluso varios historiadores, especialmente los partidarios del materialismo histórico sostienen que el renacimiento no fue de tanta importancia en la historia humana, y utilizan en su lugar el concepto de "Europa moderna temprana"
MODO CAPITALISTA DE PRODUCCIÓN
MODO CAPITALISTA DE PRODUCCIÓN: modo de producción de los bienes materiales basado en la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción y en la explotación del trabajo asalariado. El régimen capitalista sustituyó al modo feudal de producción (ver). Constituye una organización social dividida en dos clases fundamentales, cuyos intereses son diametralmente opuestos: la clase de los capitalistas, propietarios de los medios de producción, y la clase de los proletarios, carentes de propiedad y de medios de subsistencia, por lo que, ante la amenaza del hambre, se ven obligados a vender constantemente su fuerza de trabajo a los capitalistas. El capitalismo es la ultima formación económico-social basada en la propiedad privada y en la explotación del hombre por el hombre. Su ley económica cardinal, su hierra motriz y su principal estimulo radican en la producción y en la apropiación de la plusvalía, que tiene como fuente el trabajo no retribuido de los obreros asalariados. En comparación con el feudalismo, el modo capitalista de producción es más progresivo, pues ha elevado a un nivel superior el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, ha aumentado sensiblemente la productividad del trabajo social, ha llevado a cabo en proporciones inmensas la socialización del trabajo y de la producción, ha incrementado en gran medida el volumen de la producción y ha elevado su nivel técnico. Después de desarrollar hasta dimensiones antes nunca vistas las fuerzas productivas sociales, el régimen capitalista, en virtud de las contradicciones internas antagónicas que le son inherentes, de sus vicios y lacras, ha condenado a una gran parte da la sociedad, a los trabajadores, a la ruina y a la miseria, pues son fundamentalmente los capitalistas quienes se apropian de todos los beneficios que origina el incremente de la producción social. La economía capitalista se halla regulada por leyes económicas espontáneas, se desarrolla de manera anárquica, se ve alterada por las crisis económicas de superproducción (ver); en su afán de ganancias los capitalistas sostienen entre si una enconada lucha competitiva. El crecimiento de la concentración y de la centralización del capital hace que éste se socialice, que en un polo se acumulen las riquezas, y en otro empeore la situación del proletariado y se arruinen los pequeños productores. La contradicción fundamental del modo capitalista de producción es la que se da entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación. Al reunir en las fábricas a millones de obreros, al socializar el proceso del trabajo -se dice en el Programe del P.C.U.S.-, el capitalismo confiere a la producción un carácter social, pero de los resultados del trabajo se apropian los capitalistas. Esta contradicción principal del capitalismo -la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación- se manifiesta en la anarquía de la producción, hace que la demanda solvente de la sociedad quede rezagada de la ampliación de la producción y conduce periódicamente a destructoras crisis económicas. A su vez las crisis y los períodos de estancamiento industrial arruinan todavía más a los pequeños productores, aumentan la dependencia en que el trabajo asalariado se encuentra del capital, conducen aun más rápidamente a la depauperación relativa, y a veces absoluta, de la clase obrera". Durante las crisis económicas, tiene lugar una destrucción en masa de las fuerzas productivas, se debilite la fuerza productiva fundamental de la sociedad: los trabajadores, se incrementa en grandes proporciones la desocupación, masas enormes de personas son arrancadas del trabajo productivo, una gran parte de las instalaciones de las empresas capitalistas quedan sin utilizar, no funcionan, y a veces son objeto de destrucción física. A medida que el capitalismo se va desarrollando, se eleva el prado de explotación de la clase obrera, se agudizan todas las contradicciones del modo capitalista de producción, se intensifica y se hace cada vez más enconada la lucha de clases. Estas contradicciones se ahondan y adquieren singular agudeza al transformarse el capitalismo en imperialismo (ver), sobre todo en el período de la crisis general del capitalismo (ver). El dominio del capital monopolista en la economía y en la política de los países capitalistas agudiza hasta limites extremos los conflictos de clase y económicos del régimen capitalista. La tendencia a la descomposición y el parasitismo, la creciente desigualdad en el desarrollo económico y político de los países capitalistas en la época del imperialismo y de la crisis general del sistema capitalista de economía, debilitan aun más las bases del modo capitalista de producción. El capitalismo no está en condiciones de dominar las fuerzas productivas creadas por él mismo, que han rebasado las relaciones capitalistas de producción, las cuales se han convertido en grilletes para el libre crecimiento ulterior de aquéllas. Históricamente, el capitalismo moderno ha dado ya de si cuanto podía dar y ha de ser sustituido por un régimen más progresivo: el socialista. En las entrañas de la sociedad burguesa, en el proceso del desarrollo de la producción capitalista se crean las premisas materiales objetivas para pasar al socialismo. Bajo el capitalismo, crece, se cohesiona y se organiza la clase obrera que, en alianza con los campesinos y al frente de todos los trabajadores, constituye una poderosa fuerza social capaz de derrocar al caduco régimen capitalista y sustituirlo por el socialismo. Por primera vez en la historia de la humanidad, el régimen capitalista de producción fue destruido en Rusia gracias a la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre, bajo la dirección del Partido Comunista. A consecuencia de las revoluciones socialistas de varios países -que comprenden más de un tercio de la población del globo terráqueo y una cuarta parte de su territorio- el capitalismo ha dejado de ser un sistema económico extendido por todo el orbe. "La liquidación del régimen capitalista en un numeroso grupo de países, el desarrollo y reforzamiento del sistema socialista mundial, la desintegración del sistema colonial y el hundimiento de los viejos imperios, el desplome -iniciado ya- de la estructura económica colonial de los países liberados, la ampliación de los lazos económicos entre estos países y el mundo del socialismo, todo ello ahonda la crisis de la economía capitalista mundial" (Programa del P.C.U.S.). Bajo el influjo de los enormes éxitos económicos de los países socialistas-plena demostración de las ventajas decisivas del socialismo frente al capitalismo-, bajo los golpes del movimiento obrero en los países capitalistas y de la lucha de liberación nacional de los pueblos oprimidos, el capitalismo será barrido para siempre.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)